Si estáis al tanto del mundo literario y las redes sociales, seguramente ya sabréis la historia: un escritor, David Magrañal, organizó una presentación de su último libro, El asesino de viejos en Jerez, a la que no asistió nadie. Ante esta situación, podía haber tomado varias decisiones. Lo que hizo fue contarlo en redes sociales, sin acritud pero tampoco sin ocultar la verdad. Su publicación llegó a autores reconocidos como Javier Castillo, que le dio su apoyo, al igual que montones de usuarios. Su libro se ha vendido bien y, días después, los compañeros de profesión todavía comentamos esta historia con final feliz.
Sí, esta vez ha salido bien. Pero no siempre es así. Por desgracia, somos muchos los que hemos organizado presentaciones a las que han acudido pocas o ninguna persona. Le ha pasado incluso a escritores reconocidos que han ido a visitar plazas un tanto complicadas. Siempre hay quien se lo toma con deportividad. Pero admitamos que para la mayoría es un mal trago.
Poneos en situación: para organizar una presentación, tienes que buscar un presentador adecuado que te acompañe y esté disponible para el día que elijas, y un lugar en el que llevar a cabo el acto, el apropiado. Una vez que tienes estos dos elementos, te dedicas a publicitar el evento de todas las formas que se te ocurren, sobre todo, hoy en día, haciendo mucho ruido en redes sociales. La gente le da “me gusta” a tus publicaciones, por lo que crees que al menos cinco personas acabarán asistiendo. Aun así, sigues insistiendo. Pero llega el día y la hora señalada y te encuentras con que solo están de espectadores el conserje de la sala cultural o biblioteca de turno (por ejemplo) y la chica de la librería encargada de vender tus libros, en el mejor de los casos.
Sí, es muy triste. A algunos nos cuesta días y semanas asimilarlo, incluso. Aunque puede que no sea lo peor.
Existe la creencia de que, pase lo que pase en la presentación de tu libro, tú tienes que hacer como si hubiera sido un éxito de cara a las redes sociales de las que todos los escritores dependemos tanto hoy día. ¿Cómo se consigue o, al menos, se intenta? Publicando solo fotos en las que el autor aparezca con el presentador en la mesa, o fotos del autor firmando un ejemplar al único asistente al evento. Si al evento han acudido dos o tres personas, te harás todas las fotos posibles con ellas, de distintas formas, con tal de que parezca que eran más los asistentes. Y no olvidarás de poner un mensaje positivo en el que no dejes entrever que las cosas no salieron como tú esperabas.
Pero, ¿por qué no podemos ser sinceros y contar que a nuestra presentación asistieron cinco, tres o ninguna persona? ¿Acaso si contamos la verdad nuestro libro va a dejar de venderse por otros medios que no sean las presentaciones? ¿Tenemos miedo a que nos tachen de fracasados? O de quejicas, claro. Porque quejarse en un mundo virtual en el que parece que tienes que estar contento todo el tiempo, pase lo que pase, no está permitido.
La cuestión es que por mucho que queramos camuflar las cosas, las presentaciones fallidas existen. ¿Quieres hacer como si todo hubiera salido bien? Adelante. ¿Te apetece más no publicar nada sobre el asunto y pasar página? Me parece perfecto. ¿Crees que lo más indicado de cara a tus lectores es ser totalmente transparente y contar lo que pasó de una forma tranquila como hizo David Magrañal? Creo que estás en tu derecho.
Acabo este artículo con una foto mía en la pasada Feria del Libro de Granada, tomada durante una firma de libros-no firma porque nadie se interesó por Cuando llegue el Apocalipsis. Porque sí: las firmas de libros que organizas y luego no va nadie, también existen. Y creo que tampoco pasa nada por contarlo.
Comments